martes, 24 de julio de 2012

Cotilleos regios: Luis II de Baviera y el príncipe de Thurn y Taxis

El siguiente texto trata sobre la figura de Luis II de Baviera, o Ludwig, como se le llama en Baviera, donde estoy pasando unos días preciosos. Hipersensible y esteta, fuera de Alemania ha pasado a la fama como "el rey loco". Pero la cuestión de su salud mental, bastante controvertida, no nos ocupa en esta ocasión. Hoy hablaremos de pasiones de folletín y de trayectorias malogradas. Pasen y vean.

El rey de cuento, el mirlo blanco*


Paul Maximilian Lamoral, príncipe de Thurn und Taxis (1843 – 1879), fue el tercer hijo de Maximilian Karl, sexto príncipe de Thurn und Taxis, y de su segunda esposa, la princesa Mathilde Sofie. 

En 1863 fue asignado como oficial al servicio del entonces príncipe heredero de Baviera, Ludwig (futuro Luis II). En septiembre de ese año, los dos jóvenes se hicieron íntimos durante una estancia de tres semanas en el pueblecito alpino de Berchtesgaden.

Así, un año tras la subida al trono de Ludwig en 1864, el también apuesto Paul fue ascendido a ayudante de campo real. Durante los dos años siguientes, Paul von Thurn und Taxis sería el más cercano amigo y confidente del nuevo monarca, quien solía llamarle, al parecer, 'fiel Friedrich':

“Déjame asegurarte que siempre alimentaré con la misma sinceridad los sentimientos de agradecimiento y leal amor que te profesa mi corazón. Recuerda con amor a tu fiel Ludwig" (carta de Ludwig  a Paul).

Ludwig en 1863
Se dice que los dos jóvenes acabaron siendo amantes. Parece que Paul mantenía un diario que podría haber esclarecido la cuestión, pero éste fue destruido por su familia (más tarde comentaremos el porqué). Sin embargo, una carta de 1866, escrita a Ludwig desde su apartamento de Múnich, es lo bastante reveladora:

“¡Querido y Amado Ludwig! Justo estoy acabando de escribir en mi diario, mientras pienso en las hermosas horas que pasamos juntos esa tarde hace una semana, que me hiceron el hombre más feliz sobre la Tierra... Oh, Ludwig, Ludwig, ¡te adoro! No podía soportar a la gente que me rodeaba; permanecí rígidamente sentado y, en mis pensamientos, estaba junto a ti... Cómo latió mi corazón cuando, al pasar por la Residenz, vi una luz en tu ventana." 


Paul como Lohengrin
Paul y Ludwig compartían su pasión por el teatro, especialmente por Wagner. El primero, que poseía una hermosa voz, cantó varias veces para el rey. 

Una de ellas fue durante la representación de Lohengrin ejecutada para celebrar el veinte cumpleaños real en el palacio de Hohenschwangau, a orillas del Alpsee. Para la ocasión no se escatimó en lujos. Paul, caracterizado como el caballero wagneriano, con una reluciente armadura plateada, recorrió el lago en un cisne artificial, iluminado por luz eléctrica. Un alarde de extravagancia, kitsch y despilfarro muy típica del Märchenkönig (rey de cuento), otro apodo para Ludwig en su Baviera natal.
Tras la partida forzosa de Wagner de Múnich en diciembre de ese mismo año (1865), el príncipe Paul sirvió como mensajero e intermediario entre Ludwig y el compositor. El rey, aparentemente, llegó a coquetear con la idea de abdicar para seguir a su héroe musical al exilio,** pero éste, ayudado por Paul, le disuadió de ello en una reunión de incógnito en su villa de Tribschen en 1866. 

Paul viajaría a Tribschen de nuevo en agosto, para intentar convencer a Wagner de que volviera a Múnich. La siguiente carta de Paul al rey está fechada el día 7 de agosto: 
“Acabo de abandonar el íntimo círculo de los queridos amigos (es decir, Richard y Cosima Wagner) y me he retirado a la confortable habitacioncilla que compartimos cuando estuvimos juntos aquí... ¡Hermoso recuerdo! Él y la señora Vorstal (esto es, Richard y Cosima) mandan sus más calurosos saludos. Que Dios te proteja y te mantenga en el trono. Ése es su deseo y el mío propio, pues sólo así podemos lograr nuestro elevado ideal. Los resultados de mi misión, mejor te los haré saber de viva voz, y creo que los encontrarás satisfactorios... Pero buenas noches por ahora, en mis pensamientos te saludo un millar de veces. Tu sincero y fiel Friedrich.”
Pero las cosas se torcerían entre Luis II y el apuesto Paul no mucho después. Parece que hubo quienes intentaron hacer que este último cayera en desgracia, y las calumnias llegaron a oídos del monarca, acusando al joven de llevar una vida licenciosa. Ludwig, criado en un mundo de ensueño ajeno a la maldad y las intrigas, creyó los rumores sin otorgar a su íntimo amigo el beneficio de la duda.

Además, aunque los sentimientos de Ludwig por Paul se habían ido convirtiendo más y más cada vez en un profundo amor, la relación entre ambos se mantenía en un muy delicado equilibrio. Aunque triviales, estos tropiezos (demasiada confianza en una ocasión, titubeos o poca efusión en la siguiente) afectaron a Ludwig hasta hacérsele insoportables. Así, decidió sacar al joven de su vida. Aparentemente, el "error final" de Paul fue tan trivial que ni él mismo fue consciente de haberlo cometido. Cuando supo que había perdido el favor del rey, le envió cartas llenas de desesperación, que no recibirían respuesta:

“¡Mi Ludwig querido! En nombre de todos los santos, ¿qué te ha hecho tu Friedrich? Qué dijo para que no le honrara ninguna mano, ningún buenas noches, ningún 'nos vemos'? No puedo expresar cómo me siento, puede que el temblor de mi pulso ilustre bien mi desasosiego. No pretendí hacerte daño. Perdóname; sé bueno conmigo otra vez, me temo lo peor - no puedo soportar esto. Ojalá estas palabras conciliadoras lleguen a ti. ¡Amén! Perdona a tu desdichado Friedrich."

Las tribulaciones del joven von Thurn


La cizaña sembrada dio sus frutos. En noviembre de 1866, Paul fue "liberado de sus obligaciones" como ayudante de campo, y transferido a un regimiento artillero "en gentil reconocimiento a sus servicios". Desde entonces, empezó a beber descontroladamente. Así, en un estado de angustia y agitación, acabó cruzándose en el camino de la soprano judía Elise Kreuzer, quien actuaba en un teatro muniqués (el hoy Staatstheater am Gärtnerplatz), y con la cual "pasó una noche en una pensión, demasiado borracho para recordarlo más tarde. A la mañana siguiente cada uno siguió su camino, pero poco más de un mes después ella le anunció que era el padre del hijo que esperaba". 

Paul en los buenos tiempos. 1864.
Paul y Ludwig no volvieron a verse nunca más. En enero de 1867, el primero abandonó el ejército bávaro bajo extrañas circunstancias. Bajo el alias "Rudolphi", se trasladó a Wankdorf (Suiza), junto a Elise, donde nacería su hijo, Heinrich. Mientras, la distinguida familia de Paul había encargado a la Policía bávara localizarle y persuadirle de que abandonara a Elise. Para darles esquinazo, la pareja pronto se estableció en un lugar nuevo. 

Decir que corrían malos tiempos para los Thurn und Taxis es quedarse corto. Sumado al escándalo de la deshonrosa unión y fuga de Paul, su joven hermana Amalie había muerto en febrero de ese año. Su hermanastro, Maximilian Anton, príncipe heredero, falleció también en junio. En julio, con la anexión de Frankfurt (donde se hallaba la sede de la próspera compañía de correos que había hecho a la familia una de las más adineradas de la nobleza alemana) a Prusia a consecuencia de la Guerra austro-prusiana, la era del monopolio postal de los Thurn llegó a su fin.
Finalmente, en 1868 el príncipe Paul fue obligado por sus parientes a un matrimonio morganático con Elise. Se le desheredó y desposeyó, además, de sus títulos, rango y derechos de nacimiento. Como compensación, se le asignó una pensión de seis mil florines al año. Paul continuó escribiendo a Ludwig sin éxito, incluso suplicándole que le concediese un título. En junio de ese año, Ludwig le inscribió en la lista de la nobleza bávara, como Herr Paul von Fels. Sin embargo, su instancia para obtener el reconocimiento oficial de nobleza hereditaria fue rechazada meses más tarde. 
Desesperado, Paul intentó volver a contactar con Wagner, como revela un fragmento del diario de Cosima Wagner en 1869: "...Hans no trae sino malas noticias de Múnich; además de ello una carta de Paul von Fels (el antes príncipe Taxis), que quiere una cita de algún tipo, y que, para garantizarla, ¡viene cargada con un montón de cotilleos! A las tres, paseo en barco con los tres pequeños y R."
Paul hizo una nueva intentona de reconciliación con su padre, visitándolo junto con Elise en agosto de ese año en el castillo Donaustauf, de nuevo sin éxito. Así, decidió por fin convertirse en actor teatral en Zúrich. Sin embargo, su carrera fue corta: terminó al verse obligado a abandonar el escenario durante una representación debido a los abucheos del público. 
Elena de Thurn und Taxis
Tras la muerte de su padre en noviembre de 1871, la cuñada de Paul, Elena de Thurn und Taxis***, pasó a ser cabeza de familia hasta que su hijo fuera mayor de edad. Mujer diplomática, intentó volver a poner en contacto a Paul con el rey, y casi tuvo éxito. En 1874, la prensa recogía que Paul volvería a ostentar el apellido familiar, y que iba a ser nombrado mariscal del palacio Herrenchiemsee y maestro real de ceremonias. Sin embargo, finalmente todo quedó en agua de borrajas, por razones que desconocemos.
En 1877, por su parte, Elise se convirtió en la prima donna del teatro de Freiburg. Al parecer, "exigía a su marido que después de sus actuaciones lanzara al escenario un ramo de flores a sus pies, y que mandara a sus amigos hacer lo mismo"
Poco después, el infortunado Paul enfermó de tuberculosis, y marchó con Elise a Lugano, donde empeoró. Ella inició entonces un affaire con un oficial prusiano hospedado en el mismo hotel, y se acabó fugando con él, "dejando a su marido, que había renunciado a tanto por ella, morir solo", el 10 de marzo de 1879 en Cannes, "recordando al único amor verdadero de su vida". Fue enterrado allí, en el Cementerio del Grand Jas, bajo el nombre de Paul von Fels. No puede decirse que fuera un hombre con suerte.

El mismo año la viuda, bajo el nombre de Elisabeth von Fels, se unió al Teatro Municipal de Lübeck, junto a un tal Arno Cabisius, con quien se casó dos años más tarde, y que más tarde se convertiría en director del Teatro Municipal de Magdeburg, cargo que ella asumió a su muerte. Por lo demás, el destino de Heinrich von Fels, el hijo de Elise y Paul, y a quien ésta también abandonó cuando dejó a su esposo, sigue siendo un misterio. Con él cerramos esta trágica historia que parece salida de un "Hola" de la época. Pero los cotilleos regios, cuando media la distancia histórica, parece como que tienen más empaque, ¿no?

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* El texto de este post proviene en buena parte de Wikipedia en su versión alemana (con modificaciones, adiciones y recortes). Cualquier eventual fallo en la traducción del artículo original es responsabilidad mía.

*** La dama en cuestión merecería un post por sí misma. Nacida en la casa de Wittelsbach, fue pensada inicialmente como esposa para Francisco José de Austria, aunque éste prefirió a su hermana menor, la celebérrima Sissi. El parecido físico entre ambas era obvio, como es de apreciar en el retrato incluido en la entrada.

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